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Foto del escritorMilton Calderón

Educar(se) en tiempos de crisis: algunos consejos útiles

La llegada de COVID-19 ha transformado nuestras vidas a todo nivel. El campo educativo no es la excepción, y, de hecho, es uno de los espacios en los que más se evidencia el desfase entre lo que vivimos en este siglo y lo que venimos haciendo como práctica. Una crisis de la magnitud que atravesamos nos va permitiendo entender que, a futuro, será necesario caminar más rápido para estar a la altura de las circunstancias.

Sin embargo, en este tiempo, nos ha tocado correr, acostumbrarnos y aprender, razón por la cual he decidido escribir algunas ideas respecto de qué hay que hacer y no hacer en educación en tiempos de crisis. Por supuesto, se trata en definitiva de consejos, que no tienen por qué ser una receta, y, además, aplicables en la medida en que el contexto educativo haya permitido pasar del trabajo en aula al teletrabajo pedagógicio. El único interés es aportar a que la educación siga transformando sociedades, aún cuando las circunstancias no son las mejores ni las deseables.


El artículo está dividido en consejos orientados a: docentes, padres y madres de familia, estudiantes y autoridades de los centros. Siéntanse libres de centrarse en la sección que más les interesa. Al final, si lo consideran, pueden añadir algún consejo personal desde el lugar que ocupan en medio de la comunidad educativa.


A los docentes


¿Qué hacer?


1. Aprender, sin miedo, de las circunstancias

La crisis actual nos coloca en un momento en el que nos vemos obligados a interactuar con los otros, mediados por tecnologías (cuestión que hasta hace poco podría no haber resultado esencial). Ello convierte a la coyuntura en un excelente momento para aprender y dejar de tenerle miedo a las opciones que el nuevo siglo nos ofrece para educar.

2. Explorar herramientas y recursos en línea

Ligado al hecho de que la crisis tiene una importante dimensión de aprendizaje, está el hecho de que la información abunda. Por lo tanto, es un buen momento para explorar herramientas que pueden sernos útiles, no solo durante la crisis actual, sino a futuro. Aquí vale la pena tomar en cuenta algunas recomendaciones como: verificar que la información no aparezca en páginas anunciadas, usar varias palabras clave en las búsquedas para hacerlas más específicas, verificar que las páginas cuenten con autor y fuentes, fijarse en las fechas de actualización de la información, y, finalmente, preferir páginas que hablen de educación para evitar utilizar contenido meramente comercial. Algunas editoriales como SM han abierto plataformas útiles, conferencias y cursos durante este tiempo. Podemos estar al tanto de ellas en: https://www.grupo-sm.com/ec/

3. Evitar “llevarse el trabajo a casa” aún en casa

Aunque pueda parecer paradójico pues todo hacemos en casa, es importante dividir los tiempos de modo que la cuestión laboral no sea la única tarea a la que nos dediquemos a lo largo de este tiempo, desaprovechando así la posibilidad de compartir más con nuestros familiares, llamar a nuestros amigos, o iniciar nuevos proyectos personales.

¿Qué no hacer?


1. Llevar la modalidad presencial a la virtual

Uno de los errores pedagógicos más comunes es el de hacer lo mismo que haríamos en una clase presencial, pero utilizando medios virtuales, cuestión que ha sido muchas veces caricaturizada como una práctica poco eficaz. Es importante entender que el medio virtual requiere también ciertas adaptaciones como, por ejemplo, reducir un poco los tiempos, dosificar los contenidos y explotar más las herramientas virtuales. Estar frente a un computador es más cansado, no solo para el docente sino también para el estudiante y por ende, las estrategias deben acomodarse a los medios utilizados.

2. Excederse con las tareas

Otro error es el hecho de excederse con tareas asumiendo que los estudiantes tienen más tiempo para hacerlas. Si asumimos que todos los docentes piensan lo mismo lo que tendremos son estudiantes hartos de los deberes y mucho más desmotivados para el aprendizaje. Es preferible dejar ciertas tareas mentales, que lancen a los estudiantes a la curiosidad, en lugar de tareas cuyo fin sea “mostrar que cumplimos con nuestro trabajo”

3. Trasladar la responsabilidad pedagógica a padres y madres

Nosotros somos los educadores, de modo que mal haríamos en asumir que los padres y madres de familia tienen la responsabilidad de garantizar el aprendizaje en estos tiempos en los que el hogar se ha convertido en un aula. Es importante saber que, aún en tiempos de crisis, nuestro trabajo sigue siendo el de educadores. Una de las mejores acciones para valorizar nuestra profesión es la de continuar haciendo nuestro trabajo con la misma pasión de siempre. Además, ¿por qué no aprovechar para reunirnos con los padres de familia con la finalidad de que aquellos se inmiscuyan más en la vida estudiantil de sus hijos?

A los padres y madres de familia


¿Qué hacer?


1. Dar libertad y confianza a los hijos

Como padres y madres, es importante comprender, también, que este no es un tiempo únicamente para tareas del hogar. Se hace necesario dar un espacio a la educación, tanto a la que viene de los centros educativos, como a la que los mismos estudiantes pueden explorar por su cuenta. Este es un buen momento para dar más libertad a los hijos y dejar que hagan actividades que ellos deciden hacer.

2. Colocar pequeñas tareas y responsabilidades en el hogar

Siempre se dice que la primera educación proviene del hogar, de manera que este es un buen momento para demostrarlo. No está de más colocar alguna tarea o responsabilidad cotidiana de manera que seamos también formadores de nuestros hijos en medio de estas circunstancias. Por ejemplo, nombrar a alguno de ellos como responsable del cuidado de las plantas, o del orden, o de los animales.

3. Comprender el proceso formativo de nuestros propios hijos

Es una buena oportunidad para estar pendientes de aquello que nuestros hijos aprenden en la escuela, y que cotidianamente, no podemos comprender a profundidad. En las escuelas una cuestión reiterativa es el interés que tienen los centros en que los padres y madres participen en el proceso, este es entonces un buen momento para comprenderlo mejor, y así, valorar también, la labor cotidiana de los profesores.

¿Qué no hacer?


1. Trasladar la tarea educativa únicamente a los docentes

Así como los profesores no deben trasladarles la tarea educativa a ustedes, tampoco debe pensarse que la educación es una cuestión exclusiva del profesor, y que no es un asunto que les competa si quiera atender. Este es un momento en que más colectiva puede ser la educación y con la colaboración de todos podrían evidenciarse excelentes resultados.

2. Evitar el seguimiento con el pretexto de que la escuela continúa

Unido a lo anterior, mal haríamos en no hacer seguimiento de las actividades que provienen de la escuela, tanto en las horas de conexión virtual como en las tareas (si es que las hay). El seguimiento puede implicar un acercamiento mucho mayor, que puede convertirse en una preciosa oportunidad familiar. Por ejemplo, podemos leer junto a ellos el texto literario que el profesor les sugirió, o juntarnos a la clase de educación física y hacer un poco de deporte.

3. Estigmatizar la escuela por lo que hace o deja de hacer

Sin duda alguna, este no es un buen momento para comenzar a reclamar a las escuelas el uso o no de las tecnologías. Es importante comprender que cada centro educativo, así como cada familia tiene una realidad que desconocemos. Por ello, es importante evitar valorar a los centros en función de lo que hacen o dejan de hacer en estos momentos, o peor aún desvalorizar la labor docente, asumiendo que la modalidad virtual les representa menos trabajo.

A los estudiantes


¿Qué hacer?


1. Ver la crisis como una oportunidad para explorar los talentos propos

Toda crisis tiene siempre una dimensión pedagógica, lo cual significa que no es únicamente de los docentes de quienes tenemos que aprender. Esta es una excelente oportunidad para profundizar en aquello que a futuro quisiéramos sea nuestra profesión, o al menos, en aquello en lo que somos mejores o destacamos. La escuela formal, lamentablemente, no ha logrado convertirse en el mejor referente para la formación de talentos, siendo así, que la crisis ocupe ese lugar.

2. Aprender más de lo que más nos agrada

Por supuesto, no solo se trata de los talentos personales, sino también de las áreas que más nos agradan. A todos nos pasa que algunas cosas nos gustan mucho y otras quisiéramos evitar, y esto es completamente normal. El momento que atravesamos puede ser una valiosa oportunidad para investigar más sobre esa área en particular, aunque no haya deberes de por medio, es un tiempo para aprender por placer, y no necesariamente para aprobar una materia.

3. Comprender y asumir las circunstancias actuales

¿Quién no valora el momento de recreo en el que nos encontramos con nuestros mejores amigos? Sin lugar a dudas son de las cuestiones que más nos quedarán a futuro como experiencias significativas de la escuela. Sin embargo, no debemos dejar que su añoranza nos nuble y bloquee. El aprendizaje virtual es tan útil y válido como el presencial, y ya vendrán tiempos en los que la socialización será nuestra prioridad. Por eso, cabe comprender las circunstancias actuales y asumirlas con tranquilidad.

¿Qué no hacer?


1. Estar todo el día frente al computador

Muchos estudiantes tienen ahora la necesidad de estar frente al computador, sea para recibir clases, sea para hacer tareas, o simplemente para verificar algún detalle de la organización escolar o de la situación actual. Si después de todo esto, nos ponemos a jugar en línea o a ver películas y videos, lo que tendremos es un terrible cansancio visual. Por ello, es importante cuidar que las actividades que realicemos mantengan cierto equilibrio, y que no sean únicamente actividades relacionadas con pantallas.

2. Dejar que las distracciones se vuelvan prioritarias

Una de las habilidades que menos hemos desarrollado es la de aprender en solitario, ya que siempre tenemos la tentación de distraernos con alguna red social, o cualquier otro asunto. Lo mejor que podemos hacer es elaborar un cronograma personal, que nos permita distribuir nuestras jornadas según nuestras necesidades y gustos. Importante: este debe ser “nuestro” cronograma, no el de nuestro papá o mamá, quienes seguro tendrán otras cuestiones por las que preocuparse en medio de la crisis.

3. Sentirse en vacaciones forzadas

Finalmente, una cuestión negativa es la de sentir que estamos en vacaciones y no en un momento coyuntural que afecta la vida de muchas personas, no solo en nuestra ciudad, sino, literalmente, en todo el mundo. En relación a lo educativo, hay que asumir que han cambiado las formas, las aulas ya no son las mismas, y las interacciones están mediadas por aparatos tecnológicos, pero el fondo sigue estando presente, y por ende, seguimos aprendiendo, seguimos siendo “estudiantes”.

A las autoridades de los centros educativos


¿Qué hacer?


1. Buscar mecanismos para la formación de nuestros profesores

Si los profesores podrían aprovechar estos momentos para relacionarse mucho más con los padres, más allá de los clásicos momentos de entrega de reportes de calificaciones, ¿por qué no aprovechar desde la escuela para garantizar la formación de los educadores? No hace falta ir lejos ni contratar expertos, pues entre los mismos profesores podríamos aprovechar los puntos fuertes de cada uno, o hacer uso de espacios abiertos que se orientan a la formación. Una reducción de las actividades “de clase” en virtud de un aumento de actividades de aprendizaje de los maestros no solo sería necesario sino, además, justo.

2. “Acompañar” a toda la comunidad educativa

En el sentido más profundo que le podamos dar al término “acompañamiento”, este es el momento en que menos solos debemos dejar a los docentes y a la comunidad educativa. Estos tienen familias, problemas, circunstancias con las que deben combinar sus tareas laborales, y por ende necesitan del apoyo de quienes están al frente de los centros educativos. Conversar con ellos, comprender las situaciones que atraviesan, y apoyarles en la medida de lo posible es un buen comienzo para que aquellos sientan que están “sostenidos” en momentos de crisis.

3. Ser propositivos para la acción educativa

Si bien el docente está llamado a buscar alternativas, herramientas, recursos, documentos, y otros que modifiquen su accionar pedagógico, es cierto que esta no debe ser únicamente su responsabilidad. O más bien dicho, nosotros, desde nuestra posición podemos aportar significativamente a esta búsqueda. Además, somos quienes probablemente recibimos más información que puede resultar útil y que podríamos compartir con ellos.

¿Qué no hacer?


1. Aumentar la burocracia orientada al control

Muchos educadores deben hacer juego entre sus actividades de docencia y sus responsabilidades de padres y madres, y, lamentablemente, este juego tiene la desventaja de que lo primero está usualmente orientado por la lógica del cumplimiento. Muchos directores pueden estar tentados a aumentar la burocracia en estos días, bajo el pretexto de contar con “fuentes de verificación” de un trabajo que se desarrolla desde casa. Lo que obtenemos es un montón de docentes con una carga más, menos preocupados por lo pedagógico, y además, un montón de estudiantes cargados de tareas.

2. Restar valor al trabajo de quienes educan

Circulan noticias de centros que han reducido sueldos a los docentes, o han aprovechado las circunstancias para reducir su personal, sobre todo en establecimientos privados. Por supuesto, espero que solo se trate de otras de las tantas Fake News que también abundan en estos tiempos, dado que es cuando más deberíamos apoyar el trabajo educativo e intentar valorarlo. 

3. Sancionar

Es importante entender que las circunstancias actuales son excepcionales. Hay dificultades que sortear, y es probable que muchos de los educadores tengan situaciones complejas que vivir. Por lo tanto, lo mejor es evitar la sanción, y como se dijo antes, aumentar el acompañamiento. En nuestras manos está, sobre todo en tiempos de crisis global, responder con una buena carga de humanidad.


¿Qué otro consejo añadirías a la lista, desde tu posición en la comunidad educativa?

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