Dos matrices civilizatorias configuran el pensamiento y las prácticas culturales en el continente Latinoamericano: la occidental moderna, y la ancestral contemporánea, ambas en permanente construcción. Frente a ello, se requieren procesos de diálogo intercivilizatorio que se orienten hacia la denominada transmodernidad y que culminen en el acercamiento al paradigma del Buen Vivir y a la Epistemología del Sur. Este camino ha de pasar por el reconocimiento de los propios saberes y concepciones, la lucha por la consecución de objetivos comunes, la mirada planetaria, y la ciencia que apunte al desarrollo endógeno y a la complejidad.
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