El objetivo de esta columna de opinión es analizar el sentido de la reflexión sociológica, oculta en la vida de los millones de latinoamericanos por la colonización del saber. La no cultura nos hizo exóticos solo para los catálogos. Los medios de comunicación siguen reuniendo capital no importando momento, ni circunstancia, todo es lucro. Lo inaceptable es que parece que América Latina y el Caribe siguen siendo una idea mítica abstracta, solo ilusoria para sus gentes, la higiene mental es profunda cual "padre nuestro" grabado en la mente de cada poblador colonizado inverso en la religión a más de cinco siglos. La Tierra del nunca jamás parece ser nuestro caso. Vivimos en países donde los que sabemos escribir, o leemos un diario ya nos creemos dioses del olimpo y la sabiduría, ¡que terrible engaño nos han hecho creer!.
Se nos ha hecho ser solo elásticos, e imitadores para completar con la fórmula siguiente: "queremos ser lo que nunca fuimos, o queremos, y ser lo que no somos, ni seremos, en sentido de identidad cultural". El ciego, es aquel ente que, aunque aún vivo, sabe y reconoce, y, a la vez disimula no entender que le están robando, y al mismo tiempo este mismo acepta el hecho de que le expropien el presente, y el futuro de sus generaciones presentes y las que vendrán los 365 días del año. Al fin y al cabo, somos estructuras de sociedades obligadas a gustar de las ideologías exóticas. Seguimos siendo cual monos pintados de colores solo para ser el hazmerreír de los que nos dominan en un circo de disputas neo coloniales en lo contemporáneo: solo ver la guerra de las vacunas por el Covid-19. Estamos perdiendo otra de las muchas batallas que nos tocan combatir día a día.
La ignorancia en sentido alienante, y la no crítica de los contextos entre el yo, tú, nosotros, vosotros, ustedes funcionan como bloqueador de pedagogías de nuestra comunicación básica, y así se niega la posibilidad de buscar o renovar pedagogías de potencia desde los desposeídos. El virus Covid-19 debería también ser reflexionado, cual remedio o purga para analizar la pasividad de los Estados y sus decadencias en sus aparatos burocráticos weberianos ultrapasados. La omisión, y el comer y callar acostumbró al ente periférico a ser seguidor fiel de la escuela de los chupadores de sangre que los opresores enseñaron. No se puede negar que las batallas en nuestros pueblos continúan teniendo vigencia colonialista, dado que no se sabe qué celebran algunos en los bicentenarios. En cada país de la región nítidamente se sigue distinguiendo la existencia de dos países situados en uno solo, el de los ricos empobrecidos, y el de los empobrecidos ricos. Parafraseando un dicho popular de ser ciegos sentados en bancos de oro, para reflexionar que todo lo tenemos, al final, otros se lo llevan. Por consiguiente, si pensamos las vivencias y las experiencias en días de Covid-19 entenderemos algunos procesos, como la indiferencia, el individualismo, y la corrupción haciendo su negocio incluso con los propios muertos.
Los vivos estamos en la obligación de elegir vivir o sobrevivir, ser piedras o ser semillas de esperanza y rebeldía para enfrentar el momento. Los medios de comunicación del capitalismo siguen siendo un mal naufrago para el aumento de la ignorancia en nuestras multitudes. Estamos conviviendo con un virus advertido, pero seguimos siendo cual piedras de río que por el sonido del barro y los huaycos de la ignorancia no queremos poner el hombro para ayudar a nuestros propios iguales. Guamán Poma estaría acertado al decir aquí ya no hay nada que hacer. Los ciegos, sordos y moribundos estamos hipnotizados por nuestras alienaciones. Aún no aprendemos que un pueblo dividido es cual huerto lleno de espinos llenos de cobras, escorpiones, ratas, cucarachas, y moscas en disputa por comerse al nutriente mundo de la vida. Estamos en guerra y los pertrechos propios de los países periféricos ya se están acabando. Ahora la vacuna para la Covid-19 es como cl suero mesiánico que se vende al mejor postor, o a quien mejor la pueda pagar. El Banco Mundial, y sus compadres del monopolio económico están haciendo su trabajito, y este sería endeudarnos. El yugo de la deuda externa, ya aseguró a muchas generaciones futuras ser nuevas generaciones dependientes.
Un gusano del individualismo
El individualismo es un mal que trasciende fronteras y barreras humanas en lo contemporáneo, que va desde la alienación cultural, y el remplazo de la empatía por la apatía. El individualismo podría ser analizado como un mal psicológico cada vez más reforzado, e incrustado como una gripa al cuerpo que solo se la adormece más no se cura. El capitalismo globalizado, y la neoliberalización son junto a las mudanzas geográficas de los territorios las normas religiosas y morales que rugen en las decisiones de las agendas de los gobiernos.
El aumento de la apatía crece, reforzada por la miseria que se arrastra en tono de desigualdades sociales, donde según los datos de la ONU más de 320 millones de personas ya estarían caminando en situación de pobreza en este 2021 en el sur del continente a raíz del Covid-19. Otro fenómeno es el analfabetismo que sigue con una taza aproximada de 32 millones de personas según UNESCO, son entre muchos otros hechos sociales las secuelas putrefactas que ahondan más nuestras vidas cotidianas. La llegada de la competencia por el mundo laboral sigue siendo la disciplina perfecta que convirtió al cuerpo humano en una maquina expiatoria para la acumulación de la riqueza de los patrones del mundo, más también el trabajo hoy se ha convertido en la propia guillotina del propio asalariado.
El factor cognoscitivo de las grandes mudanzas de la historia económica, social y política del mundo produjeron encubar con éxito la necesidad de sobrevivir, y no el de vivir bien. El contacto entre "aculturados" y supuestos primitivos. Los pueblos colonizados como los nuestros, ahora somos una agencia de reproducción de valores y formas de vida, pero desde una visión hegemónica. El misterio de la civilización y la cultura dominante son una razonable ilustración ideológica estructurante que por medio del premio y las recompensas frustran y popan la reflexión revolucionaria del ente colonizado. Vivimos en un mundo utilitarista no hay dudas, donde el sentido del self es un corazón que bombea con fervor competencia maliciosa, y destrucción de lo colectivo a cada segundo de vida.
Analicemos el siguiente micro cuento de ficción "Los huesos y la jauría de Perros”.
Cierto día un perro pitbull en el planeta de marte veía como otros cumpitas por la vanidad y no querer reconocer que eran tan ricos en conocimiento y tenerlo todo en sus territorios, seguían discutiendo quién sería merecedor de comer un hueso que encontraron tirado en un barranco. Entonces el pitbull, se percató que la mejor manera de entretener a sus cumpitas, y le dejen el camino libre para sus comodidades, era tirando algunos huesos con pisquitas de carne que él ya había comido. Así, cada perro entretenido en su hueso se sintió placentero sin reaccionar a nada de lo que pasaba a su alrededor.
Para finalizar, se espera que los pueblos junto a sus gentes podamos reaccionar a tiempo, y dejar de hacernos los sonsos, trabajando solo para unos pocos vivos, y que solo unos cuantos vivos digan qué rumbo de país o de comunidad se tiene que seguir. Vamos a seguir siendo perseverantes, y continuar siendo sembradores de palmeras de esperanza en los desiertos donde el capitalismo arroya y predomina, importe al final ser luciérnagas de noche y de día, para alumbrar el camino de las próximas generaciones.
Комментарии