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Foto del escritorMilton Calderón

Neoliberalismo espontáneo en Ecuador: diversidad de posturas respecto de un mismo punto de encuentro



Intro


La noche del 2 de octubre, el presidente de Ecuador Lenin Moreno apareció frente al televisor para rendir cuentas (no al pueblo al que le debe su cargo sino al FMI). Efectivamente, como parte de la política implementada en su gobierno que nuevamente se inscribe en las lógicas de acción del Fondo Monetario Internacional y en sus recetas, que bien sabemos no han logrado hacer que ninguna economía despegue, se anunciaron las nuevas medidas económicas bajo el clásico discurso de “se debe poner de parte” para arreglar una crisis “heredada”.


En este pequeño texto, analizo brevemente algunas de estas reformas, considerando aquellas que más perjudican a las y los ecuatorianos -y quizá obviando las que, de relleno, se anuncian para tratar de reducir, de entrada, la ira que as mismas pueden desatar-. En un segundo momento, ensayo una posible categorización de los diferentes posicionamientos con el fin de introducir en los análisis algo que se suelen olvidar: que el mundo, en su conjunto, no funciona con dicotomías irreconciliables.

Nuevo ajuste estructural


En medio del nuevo “ajuste estructural” liderado por el FMI, al cual Ecuador se debe después de haber firmado una carta de intención que promete desempleo, deuda, y el pago de intereses con miseria, no podía evitarse que el impacto para el sector más vulnerable de la población vaya en aumento:

  • Como alternativa al aumento del IVA, cuya aprobación iba a tomar más tiempo al gobierno, se decidió eliminar el subsidio a los combustibles, básicamente a la gasolina Extra, a la cual la mayoría de personas se mudaron después de una no tan inteligente medida anterior de aumentar el precio de la gasolina Súper. Así también al diésel, que es el principal recurso de los transportistas urbanos y de quienes trasladan, entre provincias, los productos de primera necesidad. La consecuencia directa de esta medida sería el aumento de todos los productos de primera necesidad, así como de los pasajes y, por extensión, de todo aquello que usualmente consumen los ecuatorianos.

  • Vía proyecto de ley se presentó una reforma laboral que merma derechos obtenidos históricamente en el ámbito del trabajo favoreciendo lo que ya venían exigiendo los diferentes gremios empresariales al gobierno, esto es: la flexibilización laboral, la posibilidad de contratar personas por jornadas mayores a las ocho horas diarias sin pago de horas extras, y la posibilidad de establecer contratos con periodos de prueba muy cortos, justificando aquello en el desarrollo de un emprendimiento. A esto se podría sumar la estigmatización del trabajo público que nuevamente se ve afectado con las medidas y que ha sido el mayor foco de desempleo creado por el gobierno de Lenin Moreno. 

  • Hay una disminución de impuestos, básicamente con el fin de favorecer a los grandes empresarios y élites que se encuentran detrás del poder, sin manifestar la más mínima intención de recuperar el dinero que aquellos deben al Estado por evasión tributaria. Ello con el aliciente del acceso a bienes tecnológicos libres de impuestos, que ahora podrían reemplazar, muy bien, a la canasta básica “post paquetazo”.

El resultado es bien sabido, aumento de la pobreza y del desempleo, devaluación del trabajo y precarización de lo público con el único fin de que la ciudadanía vaya asumiendo la idea de que lo privado siempre será mejor, motivando la ampliación de la brecha entres sectores de la población, y sin ningún plan aparente.


Lógicamente, y más bien tarde, estas medidas hicieron estallar a diversos sectores de la población (no únicamente a los transportistas, como ha querido vender la idea el gobierno), quienes se mantienen en paro desde el 3 de octubre, en una jornada que bien recuerda las épocas de los peores gobiernos de nuestra historia; todos ellos con un denominador común: el neoliberalismo como bandera.


Diversidad de posturas


Esto ha posicionado a la ciudadanía en diferentes frentes, por lo que me parece importante dar cuenta de los grupos y sus modos de pensar y actuar, de modo que se analice el fenómeno en toda su complejidad. Las dicotomías presentes en los discursos, sobre todo oficiales, también juegan un rol en estas dinámicas pues simplifican la realidad, como de hecho, ocurre en el desesperado intento del gobierno de utilizar a los transportistas como chivos expiatorios.


En el seguimiento de las protestas, las noticias, videos y otros, posteriores a los anuncios de Moreno, destaco al menos cuatro grupos de acción. Seguramente hay más, pero he tratado de ser lo más concreto posible en este corto espacio:


1. Es necesario protestar, hasta que caiga Lenin


Un primer grupo es el que, adhiriéndose a las protestas del transporte, o bien so pretexto de esta paralización, finalmente se propusieron acabar con el giro neoliberal que azota en la actualidad al país. Todos ellos heterogéneos, aunque con la consigna común del “Fuera Lenin”.

En esta línea, muchos grupos han manifestado la radicalización de acciones de protesta, como, por ejemplo, los sectores indígenas y estudiantiles. Y, aunque cada uno de estos grupos va estableciendo nuevas controversias, cabe destacar el uso de sus propias famas como bandera en el desarrollo de la protesta, como en el caso de los estudiantes de la Universidad Central, que se muestran inconformes y críticos con los de la Universidad San Francisco.

2. Que yo proteste no me convierte en “correísta”


Un segundo grupo que puede reconocerse en la dinámica de la protesta es el que, ubicándose en aquellos que están de acuerdo con la misma, piden que no se los reconozca como parte de otro grupo, a saber, el de los “correístas”. Curiosamente, esta dicotomía ha sido introducida precisamente por muchos de este grupo de actores, que han señalado en cada oportunidad que el posicionarse en contra de Moreno, lo hace a uno “correísta” por generación espontánea.


Prueba de ello es que, ahora que las protestas cambian de foco para centrarse en el vandalismo y la agresión y “en el intento de los manifestantes de impedir el trabajo de la gente honrada y honesta”, vale la pena puntualizar, en la más mínima oportunidad, que eso es obra de los correístas y no de este grupo que solo tiene la intención de hacer protestas pacíficas.


3. No subieron la gasolina, dejaron de regalarla


Un tercer grupo se ubica al otro lado de la contienda y sutilmente manifiesta su apoyo a las medidas. Adheridos al discurso oficial hablan de la gasolina como detonante, manifestando que lo que se busca hacer es limitar las mafias de un gremio que lleva años diciendo a los gobiernos lo que deben hacer. Esto, si bien tiene mucho de verdad, queda limitado por el hecho de reducir la protesta social al tema de la gasolina, sin considerar las diferentes aristas del proceso, y además, sin evidenciar cambio alguno en el modelo a seguir.

A riesgo de que se me etiquete en un grupo, sin mayores reflexiones, debo indicar que en el gobierno de Correa al menos había un plan a largo plazo que motivaba al uso de autos eléctricos e híbridos y por extensión al uso de cocinas de inducción. Hoy que se volvieron a colocar impuestos a estos autos y se eliminó el plan de uso eléctrico en el hogar a largo plazo ¿resulta una buena medida la eliminación de subsidios?

4. Estas medidas nos van a sacar de la crisis

Finalmente, el grupo de los que, radicalmente, se posicionan a favor de las medidas. Básicamente, los mismos personajes de su gabinete (algunos en esa posición solo por garantizar su puesto burocrático), los grandes beneficiarios, y por supuesto, algunos “emprendedores” que ven en todo esto una oportunidad de “crecer”. Lástima que muchos de ellos no sean más que un buen relato del símil que utilizó Moreno hace unos meses: niños buscando vender Coca Cola.

Por supuesto, que los grandes beneficiarios de las medidas se ubican en este lugar, a ellos no les interesa el transporte, solo la posibilidad de tener trabajadores baratos, y un marco que les permita “invertir, emprender, innovar y generar empleo” como lo decía algún alto funcionario del gobierno haciendo eco del discurso oficial, poco certero en el ámbito de la vida práctica.




Este corto análisis lo escribo, hoy 4 de octubre, a un día de que, nuevamente en cadena nacional, Moreno le declare la guerra a quienes protestan, decretando estado de excepción en el territorio nacional, o como podríamos decir: "Estado decepción", termino que quizá da mayor cuenta del sentimiento del país, al ver cómo acaban con él, desde una silla (probablemente con sede en Washington).

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