La intención de Michel Foucault no es el estudio del poder, sino cómo él ha permitido que los seres humanos se constituyan como sujetos. Partiendo de este análisis elabora una amplia reflexión sobre las formas en que el poder opera en medio de la sociedad y por lo tanto, como él “produce”. Desde allí surge el concepto de “biopoder” que hace relación al poder ejercido sobre el cuerpo y sobre la población, con el objetivo de mantener el sistema capitalista.
Para entender este concepto es necesario partir de la idea de que, en la modernidad, el poder como tal tiene su base en el derecho y por lo tanto es concebido de manera jurídica. Romper con esta concepción implica reconocer que el “el poder se ejerce a través de innumerables puntos, y en el juego de relaciones móviles y no igualitarias” (Foucault, 2002:114). Dicho poder se encuentra en las instituciones, y desde allí establece las bases para un discurso racional. Por ello, para comprender las dinámicas del poder, hay que analizar a las mismas instituciones, dado que ellas cumplen una función normalizadora basada en disciplinas y prácticas.
Foucault manifiesta entonces que el poder es cotidiano, que circula en medio de la sociedad, y que es visible en las relaciones existentes entre los sujetos y en las ideologías que permiten que el mismo se extienda. No opera en un sujeto específico puesto que no puede ser concentrado y más bien es disperso, pues se ejerce a través de diversos mecanismos.
Este análisis inicial permite entender el surgimiento de lo que Foucault denomina “biopoder”, producto de las diversas tecnologías que permiten su ejercicio y que pueden verse reflejadas, por ejemplo, en su estudio sobre el panoptismo. Los procedimientos del poder han sido inventados y perfeccionados en el tiempo, dado que “el poder existe solamente cuando es puesto en acción, incluso si él está integrado a un campo disperso de posibilidades relacionadas a estructuras permanentes” (Foucault, 2001:15).
Ahora bien, “nuestra sociedad no es la del espectáculo sino la de la vigilancia” (Foucault, 2009:250), y es esta situación de constante observación la que hace que surjan tales tecnologías y, desde allí, el biopoder. Por un lado, podría decirse que hay una forma de poder que busca el control de los individuos como tal y que Foucault llama “anatomopolítica”, y por otro, una forma que surge con el aparecimiento del concepto de población -que inaugura además, otro concepto que es el de la regulación- y que hace que la vida se vuelva objeto de poder. A esto denomina “biopolítica”.
Esta forma individual de poder, y esta forma poblacional de poder, configuran el “biopoder”, que desde esta perspectiva, permite el desarrollo del capitalismo pues produce sujetos dóciles a las formas sociales e insertos en las máquinas de producción. El biopoder, por lo tanto, es un tipo de implantación de los cuerpos en el espacio, de distribución de los individuos unos en relación con los otros, de organización jerárquica, de disposición de los centros y de los canales de poder, de definición de sus instrumentos, y de sus modos de intervención, que se puede utilizar en los hospitales, los talleres, las escuelas, las prisiones. (Foucault, 2009:238)
El biopoder garantiza un cierto orden en el Estado necesario para el capitalismo, y eso es visible, por ejemplo en la regulación del sexo. El sexo está colocado en un punto de articulación entre las disciplinas individuales y el control de la población, puesto que solo desde allí es posible controlar la natalidad, y regular el crecimiento de las masas. Tal como lo expresa Foucault, “en la unión del ‘cuerpo’ y la ‘población’, el sexo se convirtió en blanco central para un poder organizado alrededor de la administración de la vida y no de la amenaza de muerte” (Foucault, 2002:178).
Estudiar el concepto de biopoder es significativamente útil en medio de las sociedades actuales dado que el mismo puede revelar las estructuras de poder existentes en las instituciones y por lo tanto generar, por un lado, mecanismos de “biorresistencia” y por otro, la comprensión de las relaciones en las que es visible el poder como ejercicio y como productor de la vida capitalista.
En algunos espacios en los que puede verse con mucha más claridad esta condición de anatomopolítica y biopolítica, la comprensión de estos conceptos es útil dado que facilita la comprensión de las relaciones y devela los mecanismos de control que mantienen el statu quo. Un ejemplo de esto es la escuela, que tal como lo decía Foucault se parece a las cárceles y a los hospitales en tanto tienen estructuras que permiten la vigilancia constante y por lo tanto el control de aquella pequeña población relacionada con las dinámicas escolares. Solo desde allí podrá entenderse la constante vigilancia que influye en el actuar de los sujetos y que al mismo tiempo, los produce.
BIBLIOGRAFÍA
Foucault, M.. (2009). Vigilar y Castigar. México: Siglo XXI.
Foucault, M. (2002). Historia de la sexualidad. Vol. 1. México: Siglo XXI.
Foucault, M. (2001) El sujeto y el poder. En Dreyfus y Rabinow. Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica, Ediciones Nueva Visión.