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Sin patria, a causa del coronavirus

Actualizado: 25 mar 2020

Continuando nuestros Relatos globales en tiempos de coronavirus, les presento en esta ocasión el siguiente texto que nos llega desde Ciudad de México, escrito por Shirley Vallejo:

Soy ecuatoriana residente en México. Dos hechos se sucedieron casi a la par: la suspensión de clases en la universidad donde estudio y el cierre de fronteras de Ecuador. Mi primera reacción fue buscar un vuelo para estar cerca de mi familia en la cuarentena. Los vuelos para antes del 16 -último día para ingresar sin restricción- están agotados, hay opciones con aparente salvoconducto. Aeroméxico vende boletos a precio duplicado jugando con esa esperanza, días más tarde esos viajes se cancelan sin posibilidad de reembolso; la opción es emplearlos en otra fecha.

Centenares de ecuatorianos se agolpan en los aeropuertos de los Estados Unidos Mexicanos y del mundo para intentar volver a su patria, cuando el Estado debería garantizarles, entre otras cosas, el derecho a la salud, porque la Constitución así lo establece en sus artículos 3, 32 y otros que se efectivizan en la Ley Orgánica de Salud. Yo resido en México, pero todos estos connacionales se encontraban en diferentes países por razones de diversa índole: turismo, graduaciones, actividades temporales que cuentan con un presupuesto y una disponibilidad limitados, porque en casa esperan el trabajo, los hijos, las cuentas, la vida.

México rescata a sus ciudadanos en vuelos gestionados diplomáticamente ante la situación de cierre fronterizo de diferentes naciones. Ecuador no da opciones. Algunos logran volver, pero tengo el registro de al menos 160 ecuatorianos que no pueden retornar desde México y que se están organizando a través de un grupo de WhatsApp que nombraron “Retornando a la patria”. Han realizado acciones de difusión de su situación, algunas son niñas, otros son adultos mayores: población vulnerable, al fin. Muchos pagaron por vuelos charter con salvoconductos que, en horas posteriores, fueron cancelado por el ministerio del interior del Ecuador. En este momento esas personas se alojan en hoteles en varias ciudades de México. La cónsul de Ecuador en México trasmite el mensaje enviado por el gobierno ecuatoriano: “ante la recesión y la crisis el Ecuador no puede hacerse cargo de ningún gasto de estas personas”. Ahora se sabe que son más de 1000 connacionales alrededor del mundo, que buscan volver a casa.


En España se produce una situación similar, los ecuatorianos listos para abordar un vuelo de Iberia, cuya misión era llevar a los compatriotas hasta el territorio y volver con españoles varados dentro de nuestras fronteras. La primera misión se cancela porque el número de contagiados en Ecuador asciende de 82 a 150. El avión despega vacío, es impedido de aterrizar en el aeropuerto de Guayaquil por decenas de camionetas de la alcaldía que obstaculizan la pista, aterriza en Quito y los españoles no pueden regresar. Argentina es un escenario similar en donde decenas de ecuatorianos transitan sus horas y hasta pernoctan en el aeropuerto, a la espera de que el panorama cambie.

En México desde el sábado catorce hasta el lunes diecinueve de marzo, el registro de contagios se ha elevado de 25 a 50 a 85, cerrando la cuenta al día de hoy (24 de marzo) con 367. En un país con 129 millones de habitantes eso representa el 0,0002845 de la población. En la mañana de hoy, el presidente anunció el inicio de la fase 2 de la contingencia sanitaria por conocimiento de cinco contagios sin antecedentes de exposición a otros enfermos. Las medidas progresivas en los días anteriores fueron suspensión de clases para todos los niveles escolares, postergación de eventos masivos, permiso para la no asistencia de trabajadores públicos que tengan más de 60 años o una enfermedad crónica y una sugerencia de permanecer en casa. En la rueda de prensa de esta mañana se desplegó un programa que cuenta con hospitales, centros de aislamiento voluntario, instalaciones en puertos marítimos para atender los protocolos de salud, medios de transporte, presupuesto para contratación de personal médico. Se anunció que para esta etapa se contará con más de 1000 camas hospitalarias.


En Quito, mis familiares y amigos que llevan varios días de restricción de salida y estado de excepción me preguntan si no se está actuando muy lento aquí, en México al no restringir por completo las actividades. La realidad es que la República mexicana es uno de los primeros países del continente en contar con un plan de emergencia; además con una economía flexibilizada, producto de años de neoliberalismo y casi el 60 por ciento de la población viviendo del trabajo informal, un cese anticipado podría causar un enorme desplome. Fuera de la capital, que se mantiene activa a medias, en Estados como Oaxaca y Guanajuato la ausencia de turismo ya hace temblar a los negocios y artesanos.


En Ecuador muchos de estos amigos y familiares son emprendedores cuya economía ya se ve resentida, yo pienso también, en asalariados como mi madre, y me pregunto si al calmarse la crisis, los empresarios no verán la oportunidad de disminuir personal, o de reducir salarios a cambio del trabajo virtual. Este sector será el último en sentir las consecuencias, sobre quienes recae el peso, en este momento son los productores y los comerciantes locales

La realidad económica es inclemente: el barril de petróleo a 16 dólares, el peso mexicano devaluado a 24 frente al dólar, el peso colombiano en el peor momento de su historia. Latinoamérica desnuda frente a la pandemia, son sistemas sanitarios ineficientes, escasez de medicinas, de insumos para los médicos y la población en general. Las exportaciones restringidas, fronteras cerradas, un encierro difícil de imaginar en tiempos de globalización e interconexión.


El privilegio del que gozamos algunas al poder aislarnos en nuestras moradas, devela una vez más que la salud es un lujo no un derecho. En nuestros países no existen las condiciones laborales para generar una cuarentena, porque más de la mitad de la población vive de lo que vende en el día; si no produce no come. Nosotros: estudiantes becados, asalariados públicos, trabajadores con garantías podemos sentirnos seguros tras nuestras ventanas, sucumbir a la ilusión de que adquiriendo un multivitamínico compramos la salud y sentir que nos reinventamos porque cambiamos la rutina.


Es lunes en Ciudad de México, aún podemos transitar libremente, voy a una tienda, encuentro trabajando a los adultos mayores que colocan los alimentos en las bolsas. Son la población de mayor riesgo, pero eso no le interesa a Walmart, ni a Soriana, en donde empacan las compras sin salario, solo a cambio de propinas. Es tan poco el valor que les representa, que les proveyeron de las mascarillas más baratas, y una sola por día, además no les dieron capacitación de cómo emplearlas; la mayoría de las cajeras se cubre solo la boca y deja la nariz descubierta. Se irán a casa por ser población de riesgo, pero sin ninguna garantía, la mayoría no cuenta con seguro de salud.

Habito en el Pedregal de Santo Domingo, una colonia popular que fue en los setenta el asentamiento más grande de Latinoamérica al grito de “Sí hay tierra”. Aquí todos venden algo: comida cruda o preparada, bebidas, productos de diferente índole, hay farmacias, pollerías, tortillerías, ferreterías, cafeterías, tiendas, cabinas. Estoy convencida de que aquí nadie puede parar porque como dice mi vecina: “na’más hay de dos sopas: o nos morimos de hambre o del coronavirus”. Y por eso creo que algunos prefieren no salir de la idea de que es un invento político y no un virus que puede ser mortal. Quizás sea mejor así, tal vez resume la vida en la pobreza, una constante resistencia en la que toca inventarse una realidad más simpática, porque si no, no se aguanta. Irónicamente, los más favorecidos en algunos momentos creemos que hacemos un sacrificio.


 

Sobre la propuesta:


Quisiera recopilar relatos de diversos países, de gente que nos cuente “¿Cómo se vive en tiempos del Coronavirus?”. Se trata de relatos cortos (alrededor de 500 palabras) que nos digan cómo está su ciudad o país y qué hacen ustedes en medio de esta crisis.

I would like to compile stories from various countries, from people who tell us "How do people live in the times of the Coronavirus?". These are short stories (about 500 words) that tell us how your city or country is doing and what you are doing in the midst of this crisis.

Je voudrais compiler des récits de différents pays, de gens qui nous disent « Comment vit-on à l’époque du coronavirus ? » Il s’agit d’histoires courtes (environ 500 mots) qui nous disent comment est votre ville ou votre pays et ce que vous faites au milieu de cette crise.


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